En gran medida, lo que sentimos depende de significados que nosotros mismos generamos.
Las vivencias de tristeza y alegría tienen relación directa con la intensidad de lo que sentimos y el sentido que le damos, con el peso que le damos, que le atribuimos, a lo que sentimos.
Solemos sentir la alegría como ligereza y la tristeza como un peso; algo que, más que pegarnos al suelo, nos sitúa al mismo nivel que el suelo (en casos dramáticos incluso por debajo del suelo).
Tendemos a buscar la alegría, porque la alegría es relación. En cambio, sintiéndonos tristes preferimos apartarnos.
Buscando una y temiendo la otra (o viceversa), convertimos partes de nosotros mismos en objetos ajenos, en fuerzas externas, en opuestos arbitrarios con entidad propia.
Las barreras, las fronteras que ponemos entre tristeza y alegría, convierten a la tristeza en un falso realismo asfixiante y a la alegría en la frágil euforia que intentamos que nos haga aletear sin el sostén de nosotros mismos ni de la vida que realmente vivimos.
Con un sencillo trabajo gestáltico podemos darnos cuenta de que nuestra vida funciona mejor, es más plena, más serena y más hábil al permitir que nuestra tristeza y nuestra alegría se conozcan y dialoguen, en lugar de funcionar como opuestos enfrentados.
Os propongo cuatro horas de juego y exploración para averiguar cómo algunos opuestos que nosotros mismos generamos pueden jugar con nosotros, aprisionándonos.
Facilitaremos que lo que somos y sentimos juegue a nuestro favor.
Fecha: Sábado 3 de julio de 2010
Horario: de 17:00 h a 21:00 h
Precio: 40 €
Impartido por Javier Amilibia Hergueta
Terapeuta Gestalt
Constelador Familiar
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